Una noche, estando de baile en el Club Belgrano, había una mesa de galanes recios, de esos que no bailan y eligen con la mirada, éramos cuatro: Ciro Acquarone, Jorge Avellanal, Tito Leiba y yo. El baile a pesar de que era en el Club Belgrano y no en el club de mis amores estaba hermoso, mientras los galanes estábamos echando la leva (vieja frase curuzucuateña equivalente a lo que hoy sería hacer pinta o careteando), una orquesta brasilera estaba tocando y decía: "Garota bossa nova, gaiola, gali, gali, epa caiela!" (que por supuesto nadie entendía). Pasó la señora Richini que era muy alegre para bailar al igual que su marido; yo en ese maldito instante prendí el cigarrillo de rigor que mata a las minas de amor y la señora me tiró con "lanzaperfumes" (una mezcla de alcohol y éter que hoy está prohibido) y me incendió la cara, yo me agarré la cara pero mi pelo ya estaba irremediablemente perdido, Ciro rápidamente me cubrió con el mantel de la mesa y apagó el incendio. La señora Richini, pidió todos los perdones que pudo y hasta lloró, pero yo perdí mi ondulada cabellera por primera vez y digo por primera vez porque la volví a perder en Corrientes, pero eso es "harina de otro costal" y la contaré en el segundo libro, si puedo.
Gracias Ciro.
Escabeche de vizcacha.
Gracias Ciro.
Escabeche de vizcacha.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Haz tu comentario