miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un poco de historia a nadie le hace mal

Pido perdón a mi hermano postizo Diego Mantilla, a mi amigo Pola Raffo y a todos los historiadores que dedican horas y años de su vida al estudio de la historia, pero necesito escribir esto, que no es mi terreno y tampoco de mi incumbencia y quiero dar mi propia versión de la historia, basada simplemente en mi propio razonamiento, en las enseñanzas de mi padre, en algunas pocas horas de leer todo tipo de libros y en la lógica razonablemente pura.
Primero, para hablar de historia no hay que saber mucho, simplemente hay que ubicarse en el tiempo y en el espacio.
Segundo, la mejor definición de la historia es la dada por Yaquisich en tercer año (tomada no sé de quién): “La historia es la sucesión de sucesos, sucedidos en la sucesión de los tiempos”.
Tercero, para saber o escribir historia, hay que sacarse la camiseta, dejar de lado su corazoncito y escribir objetivamente; lo cual generalmente no hacen los grandes escritores, por motivos personales o por lo que sea.
Cuarto, no rige la máxima del Derecho que dice: “prior in tempore, potior iure” que significa “primero en el tiempo, mejor en el Derecho”.
Quinto, la historia no es una ciencia exacta, la escriben los que ganan las batallas, tampoco rige la máxima “ni vencedores ni vencidos”, en la realidad y en todas las guerras del mundo la historia la escriben los que ganan. Desde el Imperio Romano hasta nuestros días.
Sexto, la verdadera historia hay que buscarla en los cementerios y en antiguas logias masónicas que influyeron en el curso de la historia universal de todos los países sin excepción.
Por lo expuesto anteriormente y pidiendo perdón a los que realmente saben, voy a referirme a algunos sucesos sobre Curuzú Cuatiá que es el lugar al que me debo, con una pequeña serie de preguntas y respuestas, aunque quizá lo mejor sea dejar la historia tal como está. Pero lamentablemente no puedo traicionar a algunos profesores ni mentirme a mí, ni ser conformista y adoptar la posición más cómoda, nadie en mi familia lo ha hecho y yo tampoco.

Primero: con respecto al nombre de “cruz de papel” o “cruce de papeles”, me inclino por la tercera que es la teoría jesuita y cuyo nombre significaría "Mojón tallado en piedra" ya que la cruz tallada en la piedra es el símbolo de la Compañía de Jesús y lo que marcaría los territorios que correspondieron a los jesuitas.
Segundo: con respecto a su fundación, estoy de acuerdo en que se le atribuya a don Manuel Belgrano por razones obvias, pero me parecería interesante que no se olvide al Marqués de Avilés y por lo menos se le ponga el nombre a alguna calle de Curuzú, para que alguien sepa quién fue y qué hizo (total todas las calles fueron cambiadas de nombre en algún momento).
Tercero: con respecto al trazado y disposición de sus calles, es probable que Belgrano lo haya hecho de esa manera siguiendo la tradición española y demás tradiciones colonialistas; pero conociendo el pensamiento de don Manuel también es probable que hubiese podido hacerlo a la manera indiana, con baños y cloacas comunitarias, lo cual para mí sería lo correcto.
Cuarto: con respecto a donde durmió el General, pienso que en 1810 no habría un lugar cómodo en Curuzú y por ello me inclino por la teoría de mi padre que pensaba que durmió bajo el mitológico ombú (que no existe o está escondido, gracias al progreso, que mata la historia). Si existe aún el ombú habría que declararlo ya monumento histórico (Pola puede contribuir a ello).
Quinto: con respecto a la discusión planteada miles de veces sobre la valentía o cobardía de la cual se acusa al General Ramírez y se engrandece a Nicanor Cáceres, creo que ambos merecen un empate por su trayectoria amplia en los campos de batalla. Pero en esto hay que extenderse más porque las acusaciones son grandes y merecen explicación. Es cierto que la caballería de Ramírez no asistió a Pago Largo pero si hubiera asistido, la masacre hubiese sido aún peor. La batalla estaba perdida desde antes de comenzar (recordar que Napoleón y también San Martín huyeron del campo de batalla).
Las partidarios de nuestro otro héroe: Nicanor Cáceres dicen que éste no huyó del campo de batalla, lo cual no es cierto (porque sino hubiese muerto en la degollina); también huyó Olazábal que fue gente de San Martín, trató de huir Verón de Astrada y no pudo conseguirlo. El único que no huyó fue probablemente Monsieur Bautiste (sastre de profesión, nacido en Francia y radicado en Corrientes Capital) que fue cañonero de Napoleón en Waterloo.
Existen leyendas de que Berón de Astrada había sido envenenado y etc, etc; eso nunca se sabrá con certeza.
Todos ustedes habrán notado que en algún párrafo pongo Verón de Astrada y en otros Berón de Astrada, quiero aclarar que no se trata de un error de imprenta, sino que tiene una explicación que no viene al caso. Lo cierto y real es que Pago Largo fue una batalla que marcó un antes y un después en la larga lista de las gestas correntinas.
Sexto: suplico a los que tienen el poder de hacerlo, sobre todo J. Carlos Raffo que reivindiquen a los hombres que hicieron lo que Curuzú es hoy y les den el valor que tuvieron tantos grandes de Curuzú, por ejemplo: Monsieur Bautiste, el Sargento Romero, los hermanos Acuña, Andresito, Artigas, Juan Pujol, Basualdo, el Coronel Llopart y otros tantos olvidados en la noche de los tiempos.
Séptimo: también suplico al amigo Pola, que no deje de recordar a Avilés, René Borderes, don Tulio Acquarone, Osvaldo Raso, Candia, Saloj, revolucionarios y contrarrevolucionarios, los grandes “ingenieris” que vinieron de Italia y que construyeron la grandeza de Curuzú.
Para todos ellos mis más profundos respetos.

Alberto Raso – Tatín –

Nota del autor:
El autor se basa en fuentes históricas reales, en su propio razonamiento y en cartas originales de la época que se hallan en poder de nuestra familia y en los siguientes diarios: La Razón, Cultura, Pregón, libros de la época y la teoría que me fuera suministrada por el Dr. Raúl Sardiano que posee amplios conocimientos en la materia.

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