miércoles, 4 de noviembre de 2009

De la serie amigos: "Tengo donde parar"

Una noche de un verano caluroso viajamos a Mercedes en un tren de carga, el pasaje no lo pagamos hasta que nos descubrió el guarda. Y como era un tren de carga tuvimos que pagar doble pasaje: como pasajero y como bulto. Cuando llegamos a Mercedes subimos en un taxi que era un Ford A tan podrido que tenía las gomas atadas con tiento. Yo le pedí al chofer que nos lleve hasta el hotel Plaza y Jorge y el Flaco Cravero me preguntaron si seguro que teníamos dónde parar ya que para convencerlos tuve que mentir y decirles que tenía un lugar dónde ir. Llegamos al hotel y yo les dije en broma y en serio que el lugar donde ibamos a parar era justamente el hotel Plaza, el más importante de Mercedes en esa época. Como yo tenía algo de plata pudimos entrar al hotel y sacamos una habitación triple, en la que las cucarachas parecían elefantes. Todos nos bañamos y para tomar algo de fresco salimos en camisa y vestidos como Adán abajo, después de diez minutos de estar allí el Flaco se dio cuenta que en el cuarto de al lado había una pareja en el balcón que estaba de luna de miel y entramos horrorizados rápidamente al cuarto, pero ya era tarde hicimos el papelón del siglo, pero el lado bueno de las cosas fue que en el baile al que habíamos ido, ninguno de los tres planchó y como éramos de afuera teníamos el éxito que siempre tuvieron los extranjeros en todos lados, sobre todo en esa época. Tomamos el coche motor de las cuatro de la mañana que volvía a Curuzú y todo terminó bien, lo mejor de eso fue la bronca con que quedaron los mercedeños, que a toda costa querían pegarnos.


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