miércoles, 4 de noviembre de 2009

El lobizón

Hay leyendas populares, en Corrientes, sobre todo en el sur de la provincia que nos hablan del tan vapuleado y emblemático “lobizón”, cuya figura es mitad perro mitad lobo. Según cuenta la leyenda aparece en las noches de luna llena y ataca a cualquier clase de animal o de “cristiano”: el lobizón en mi pueblo es el más popular de los monstruos, es un hombre que se transforma en lobo en las noches de luna llena. Hay gente que asegura haber visto un lobizón y realmente me aterré: por supuesto que la imaginación de un niño hace ver cosas distintas a la realidad. Hoy mirando a la distancia, pienso que se trataba del aguará guazú, animal que realmente asusta por su tamaño y por su estructura singular, ya que tiene las patas delanteras más largas que las de atrás. Del lobizón poco sabemos porque también podría tratarse de un ovejero belga o de un perro marrón, que tiene un gran porte y pueden llegar al tamaño de un potrillo.
Por otro lado, un Snauser gigante, raza no conocida en América en los años sesenta, bien podrían confundirse con un lobizón.
Hoy actualmente, la ciencia ha demostrado que cada ser humano lleva en los genes, un “hombre lobo” y es nada más una enfermedad llamada “porfiria”. Los casos más famosos son los hermanos mexicanos que fueran presentados en un conocido programa de televisión en la Argentina, pero la mayoría de los casos se encuentran hoy en China.
En la Europa medieval ya se conocían casos similares, incluso en un cuadro muy conocido figuran dos niños de la realeza imperial, con características licantrópicas, es decir vellosidad pronunciada sobre todo en pómulos y extremidades. Esta enfermedad existe desde el principio de los tiempos, pero el folclore y los mitólogos se encargaron de que lo real se transforme en imaginario, y se cometieron varios crímenes en nombre de ello. En Europa los tribunales de “La Santa Inquisición” hicieron numerosas pruebas para saber si era un licántropo o no, entre ellas, la más sencilla era despellejar vivo al supuesto lobo, que a la larga “confesaba” ser realmente un lobo, porque seguramente es más placentero morir de un hachazo o por el garrote vil, antes que morir de dolor.
En Alemania en 1937, un demente confesó ser un licántropo y haberse comido a 23 niños influido por la luna, pero recordemos que se trataba de un demente. En los Estados Unidos, un actor inauguró un nuevo cine de terror. El de los “hombres lobo” que superaron incluso a Drácula y Frankestein, se trataba de Lon Chaney. Pero no solo él protagonizó al hombre lobo, posteriormente lo hicieron otros grandes actores como George Scott y Jack Nicholson.
En nuestro país la versión más memorable fue la de Leonardo Fabio: Nazareno Cruz y el lobo, a partir de allí el mito fue decreciendo, porque en realidad es casi una historia de amor, pero volviendo a los pueblos, muchos circos y radionovelas le ponían una carga emocional extra, que le daba un poco más de misterio y nuevamente resurge el mito, a tal punto, que la gente de nuestra zona no quería tener un séptimo hijo varón, y un presidente adoptó la sabia decisión de tomar de ahijados a los séptimos hijos varones.
Por último debemos pensar en la pobre y solitaria luna, que influye en la parición de las mujeres e incluso en las mareas, haciendo que el agua suba o baje, o en los momentos adecuados para sembrar o cosechar, y si influye en todo ello, supongo que también influye en las conductas de los hombres, ¿no? Y así la cosa se pone más “fea” ¿no? Los licántropos existen, los lobizones...... no sé......

Alberto Raso – Tinta Nachi –

Nota del autor:
Por las dudas, tengan una bala de plata guardada, no sea cosa que el bicho exista.

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