miércoles, 4 de noviembre de 2009

De la serie amigos: "El que se quema con zapallo ve una sandía y sopla".

Cierto día en que Roberto Almagro y yo viajamos a Monte Caseros a visitar a dos amigas que nada tenían que ver conmigo pero sí con Roberto ya que una de las señoritas XX era la novia de mi amigo,y la otra no existia porque yo en ese momento no tenia nada particular alli.-
Llegamos en el coche motor a eso de las ocho de la noche y fuimos directamente a lo de la señorita XX, novia de Roberto, que al parecer era bastante "cabezuda" porque también tenía novio allá. El novio de XX era fácil de distinguir porque tenía una nariz tan larga, que siempre llegaba antes que él. Cuando la señorita XX vio venir a su novio "oficial" nos hizo esconder en un viejo auto negro que estaba en el jardín de la casa y recién salimos cuando pasó la "tormenta" y Roberto caliente como es le dio una soberana puteada y la mandó a la miércoles.
Quedamos solos como Adán en el día de la madre y para no perder la ocasión nos fuimos a un baile en el Club Español. Roberto bailó toda la noche con una morocha muy linda y yo no encontraba nada hasta que vi una rubia preciosa a la que empecé a cabecear con insistencia y ella invariablemente me sonreía, pero me decía que no con la cabeza, yo seguí insistiendo y la cosa siguió igual hasta que me acerqué a la mesa y le pregunté directamente si tenía novio o si le parecía tan feo que no quería bailar conmigo y ella me contestó que yo era agradable, pero ella era renga, yo me agaché instintivamente y vi unos aparatos ortopédicos en su pierna, levanté nuevamente la cabeza y le pregunté si podía quedarme en su mesa y ella me dijo: "Encantada"; conversamos toda la noche y la pasamos muy bien y Roberto aún mejor y desde entonces aprendí que antes de mirar la cara hay que mirar las piernas. Nos volvimos a Curuzú contentos, Roberto hizo lo correcto y yo hice una nueva amiga y cada vez que iba a Caseros siempre la iba a visitar y conversábamos largamente, curiosamente esa chica tenía el mismo apellido y la misma sonrisa de mi actual mujer. Indudablemente mi viejo tenía razón, la belleza está en el alma.

Alberto Raso.-

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