jueves, 19 de noviembre de 2009

El Barón Sardónicus

El Barón Sardónicus en realidad está basado en un cuento de no sé quién, pero la historia real es que se trataba de un hombre con una triste enfermedad que paralizaba los músculos faciales, condenándolo a una eterna sonrisa y a alimentarse de sanguijuelas, ya que no podía abrir la boca. Por esa razón siempre usaba una máscara de acero o una túnica que impedía que su verdadero rostro se viera. Hay que recordar que los circos y algunos gitanos, transformaban rostros haciendo incisiones en la cara para exhibirlos como fenómenos. El caso más conocido es el del empresario Barnum, que incluso creó un museo que aún existe en Estados Unidos.
Este triste personaje estaba condenado a sonreír hasta en las peores circunstancias y las mayores adversidades, lo cual hacía que nunca se supiera su verdadero estado de ánimo.
No se sabe a ciencia cierta donde y cuando nació: Yo lo descubrí hace apenas unos diez o doce años e inmediatamente nos hicimos amigos, ya que a mí nada me espanta y mucho menos cuando se trata de gente que arrastra misterios.
De su lejana infancia nada sé pero supongo que habrá sido una infancia feliz. Tampoco sé si sus cicatrices son de nacimiento o no, y como poco entiendo de medicina, me limitaré a narrar lo poco o nada que sé de él.
Sé que se refugia en lugares oscuros, sé que casi no duerme, sé que viajó por los lugares más lejanos donde encontró tesoros, o lo que él consideraba tesoros. Dicen los que lo conocieron, que viajó de país en país buscando curas para su mal, pero que nunca pudo hallarlos a pesar de la intensidad de su búsqueda. Estuvo con los mejores médicos, los mejores hechiceros y chamanes, pero nada pudo lograr. Cansado de ver a chantas y charlatanes, tuvo que resignarse y seguir con su eterna máscara, emprendiendo el viaje que lo llevaría a su destino final. Allí conoció a una mujer a quien no le importó su máscara sino su alma y con ella se quedó por siempre y fue su compañera fiel del resto de la vida. Con ella tuvo dos hijos y con ella halló la paz que necesitaba. Con ella realizó su sueño de quitarse la máscara sin que a ninguno de los dos importe. Lo último que sé de él, es que viajó a la tierra de los guaraníes con una india de la Patagonia y que se juntó con algunas tribus más, donde aprendió idiomas y dialectos desconocidos.Para el gran amigo Villalba con el amor y gratitud de toda mi familia.
Nota del autor: Este escrito está inspirado en “El mercado de la vida” y en “Viendo a Garrid”.El Dr. Villalba es un prestigioso médico cardiólogo de niños, reconocido por sus trabajos en esta ciudad. Fue uno de los creadores del Instituto de Cardiología de Corrientes. Además, artista plástico, creador de una nueva corriente junto a Juan Carlos Soto, Llarenz y otros artistas de fama internacional. Fue el creador e ideólogo de la corriente muralística en esta ciudad. Es escritor y mecenas, fundador del Centro Cultural Siete Corrientes y organizador de las Expo Coleccionistas (donde lo conocí) y actualmente se dedica a escribir cuentos. Es poseedor de una de las mejores colecciones de máscaras y realiza incansables eventos en varios lugares del mundo.
Y lo más importante, es el hombre al que le debo parte de mi vida actual, el que me inspiró a escribir y el que me trajo de vuelta del infierno, tanto a mí como a mi señora. El que me dio fuerzas cuando las necesité y alentó en mis peores momentos con sus extrañas apariciones a cualquier hora y lugar, con sus poderes psíquicos.Con orgullo digo: el doctor Villalba es mi amigo y el sanador más importante que conocí. Actualmente atiende su consultorio donde Ud. lo necesita. Mi despedida final es: “Si tuviera que decidir, elijo por el retorno de los brujos”, frase de Lois Powels.

Para mi gran amigo Roberto de Alberto Raso y familia.
Alberto Raso

1 comentarios:

Jai Auvers dijo...

No sé si tu blog sigue operativo o no, pero te dejo la ficha de la peli, el guión original es de Ray Russell (1961)

http://www.cinearchivo.com/Site/Fichas/Ficha/FichaFilm.asp?IdPelicula=82419

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