lunes, 1 de marzo de 2010

El gallego Collado Macías

Para el gallego tengo distintos nombres para poner, y alegre doy el primer paso.
El gallego miratrastes: vivió muchos años y aventuras conmigo, y a todas las recuerdo. Empezamos juntos la facultad de abogacía y seguimos juntos hasta que él terminó y yo no. Vivíamos atrás de la estación en la calle 36 o 40, según quien viniera a cobrarnos o a embriagarnos. La propiedad era del viejo Del Piano, quien siempre nos perdonaba el alquiler y se iba enojado, pero sonriendo por dentro y la señora de adelante, que tenía una despensa nos pasaba la comida por la ventana de atrás a escondidas del marido (que creo que también sabía).
Comíamos en el comedor universitario a la mañana y a la noche donde podíamos, eso era durante la semana, pero el sábado se transformaba en el gallego miratrastes porque todos los estudiantes nos parábamos en Junín y Córdoba a “echar la leva” como dicen en mi pueblo o “hacer facha” como dicen acá. El gallego no veía una vaca en un zaguán así iba de esquina a esquina diciéndole piropos hermosos a cada una de las mujeres que pasaban, repartía cientos de tarjetas y siempre algo enganchaba y no sé como pero siempre la más ampulosa y linda. Por suerte nunca vino un escocés porque seguro que algo le iba a decir.
Un día recorriendo Junín pasó con una y volvió con otra, que me buscó y se refugió atrás mío, yo no sabía por qué y recién me di cuenta cuando pasó el gallego y entonces le dije: “Pará gallego que esta es G. R. Y es mi novia”. Me pidió disculpas y siguió su recorrido y su reparto de tarjetas. Mi pieza estaba dividida de la de él por una lona y mientras yo estudiaba en mi pieza el gallego cantaba, “el ejército del Ebro, cruzó un día el río mayor, hay canela, hay canela” o “con los bigotes de mola haremos una escoba, para barrer la injusticia de la falange española” y todas las que sabía en contra de Franco, otro día me decía “facheta nera, bella vicina la mía bandera será la romana”. Y todas las de Mussolini.
Un buen mal día apareció Sarita, mi esposa por mi casa, por suerte la casa era un laberinto imposible de descifrar y me dio el tiempo suficiente para esconder todos los “tesoros del gallego”, Sarita llegó con una amiga y por supuesto el gallego sin ver nada y con sus mejores piropos eligió a alguna que por suerte no fue mi Sarita.
Yo empecé a creer en el espiritismo y a tal punto que veía tras los barrotes de mi ventana una figura, yo quería comunicarme con mi padre por medio de una médium. El gallego no creía en nada y José que era mi amigo de hacer bromas, llegaban a la madrugaba, pasaban el cañaveral de al lado y con una tacuara me hacía toda clase de ruidos en el techo, yo estaba estudiando ya cansado, saqué debajo de mi almohada la vieja “Beretta 6.35” que me dejó papá y tiré un tiro al techo, por supuesto que el gallego y José nunca más jodieron. Miré al techo y parecía un colador. Cuando llovía teníamos que salir afuera para no mojarnos tanto. El gallego era hombre de principios y una noche fue a una confitería de moda en aquella época con una de sus tantas novias que no eran tan “santas” y no lo dejaron entrar, entonces sin decir una palabra, acomodó a su novia de turno y se dirigió al mostrador y agarró de las solapas al encargado y lo sacó limpiamente por arriba del mostrador, José y yo ayudamos algo y cuando salimos los estudiantes que allí estaban aplaudían rabiosamente, ante la mirada impotente y atónita del dueño del lugar, desde ese día nunca más le prohibieron la entrada a ningún boliche de moda.
Los domingos a la tarde el gallego jugaba al rugby en uno de los mejores equipos de Corrientes y lo hacía de full back y a pesar de no ver un corno nunca se escapaba la “ovalada” y era temible cuando empezaba a correr para pasarle la pelota a Pacho Dolder o a Benchestrit Medina, y por supuesto tenía su propio club de “fans” (todas mujeres) y en el tercer tiempo era el más festejado, siempre llegaba a casa con la clavícula salida o algún hueso roto. Yo lo iba a ver muy pocas veces porque nunca me gustó el rugby y porque prefería ir al Piccolo (viejo bar) o a Mont Parnasse, otro boliche de moda.
Un día el “gallego” se recibió y José también y a pesar de ser los preferidos de doña Emma Tacta de Romero y ser profesores de la facultad, no estaban de acuerdo con don Julio y tuvieron que emigrar a otras tierras, José se fue a Formosa y el gallego a Buenos Aires, y luego regresó y se quedó en Corrientes, eran los tiempos de la Triple A y la facultad nos usó como idiotas útiles.
El gallego se fue al fin a España y se llevó a la más linda de Corrientes, que al poco tiempo volvió porque en España también hay chicas lindas y peludas, la que volvió siempre siguió enamorada de él y un día murió misteriosamente en una pieza de hotel. El “gallego” encontró su destino final en esas tierras y revalidó su título de abogado. Nunca jamás encontró su media naranja y un mal día le diagnosticaron cáncer terminal de pulmón, no se dejó hacer ningún tratamiento y siguió fumando sus tres paquetes diarios de cigarrillos negros, a los seis meses murió en su ley y hoy cuando digo que soy Tatín, dicen “¿vos sos el que vivía con el gallego, no?” y les contesto que sí, pero en mis adentros me digo “yo soy el que vivo con el gallego”. Y este es mi homenaje final a un “gallego” terco y le digo que ya nos volveremos a encontrar, yo en mis sincuenta estrellas y él seguramente en el infierno porque allí hay mujeres lindas...... Pero quizá no, porque San Pedro a lo mejor le da las llaves del cielo porque allí van los buenos y justos...... Veremos qué elige él y esperemos que elija lo mejor y encuentre su otra mitad.
Este es mi humilde homenaje a mi amigo el Doctor Juan Francisco Collado Macías y no le doy ningún título porque no hace falta.

Post Data: Querido gallego, si cuando andás echando pinta por el infierno, te encontrás con Francisco Franco, te ruego le des una hermosa cachetada en nombre mío y en nombre de todos tus amigos que siempre lucharon por la libertad.


Nos vemos.

Alberto Raso y familia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Triste vida la de Juan que nunca enconto el amor, a pesar de conocer mil mujeres

Anónimo dijo...

y aunque no creas, era el amor de una bella niña que tambien habita la inocencia del Paraiso...

Anónimo dijo...

de triste vida nada.tuvo una vida plena, encontró el amor y siempre hizo lo que quiso,tienen que saber que no murió a los 6 meses de diagnosticar el cáncer, solo fueron 13 días y se casó con la mujer que era su mitad, y ya no fumaba 3 paquetes al día, ni siquiera llegaba a uno,y eran rubios.

Anónimo dijo...

vivió y murió como quiso, aunque en mi recuerdo todavía tiene 47 años ....................

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