lunes, 12 de abril de 2010

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La expulsión de los jesuitas del país entre los años 1767 y 1768 ha tenido un efecto discutible, que hoy a más de 200 años es difícil de discernir, ya que si bien inculcaron a los indígenas, únicos dueños de la tierra, nuevas enseñanzas, también los sometieron a una tortura desconocida para ellos. La inserción de un nuevo Dios único y creador del universo, era una idea que no convencía totalmente a los habitantes de estas tierras, los jesuitas no vivían tan austeramente como vivían los indios, sus vestimentas eran distintas y el oro resurgía en las misas en forma de cáliz. ¿cómo entender esta dicotomía? No era fácil, más fácil hubiese sido que entiendan los principios de la revolución francesa: Libertad, Igualdad y fraternidad, porque ese era el verdadero pensamiento y forma de actuar de los aborígenes, eso era lo que ellos querían y eso era la forma en que ellos vivían y morían.
Nadie tiene el derecho, por más sacerdote que sea de privar a otra persona de su libre albedrío.
Montesquieu, fue uno de los primeros en darse cuenta de lo que era un estado gobernado por jesuitas y lo comparó con la “República” de Platón en 1793 cuando un ex jesuita paraguayo llamado Peramás publicó una obra en que comparaba la Utopía con la comunidad jesuítica paraguaya que los hombres de la Compañía de Jesús se habían obligado a abandonar.
Tanto las utopías de Tomás Moro como las de Platón tienen una concepción similar a las repúblicas indianas que pretendían los jesuitas en el estado paraguayo. En realidad los jesuitas tenían como último objetivo no abandonar las costumbres españolas y su propia legislación era similar o igual a la de España. El historiador jesuita argentino Guillermo Furlong considera que la labor de los jesuitas fue positiva, pero no hay que olvidar que Furlong pertenecía a esa orden y está demostrado que nunca una comunidad puede considerarse bajo un régimen de opresión y esclavismo que estaba constituido en esa época por el sistema de mitas, yanaconazgo y encomiendas.
Mientras se solucionaba el problema de los misioneros, se agravaba el de los indígenas, y a la vez que se agrandaban los territorios de la compañía de Jesús se reducían los territorios de los dueños de la tierra. La proporción era simple, a mayor cantidad de territorio, menor cantidad de territorio propio por parte de los indígenas y a mayor cantidad de nuevos conocimientos, menor cantidad y mayor olvido de conocimientos propios adquiridos a través de cientos de años de cultura propia.
Esta situación insoportable era la que hizo reaccionar a los indígenas en la Revolución de los Comuneros, considerada la primera revolución en el sentido estricto de la palabra (revolución es cambiar radicalmente el orden de las cosas). La misma fue gestada en 1780 en el Virreinato de Nueva Granada y fue una serie ininterrumpida de alzamientos que se produjeron tanto en España como en América y sostenían la idea de que el poder del rey no podía compararse con el de Dios. El panameño José de Antequera y el paraguayo Fernando Mompoy fueron los primeros en levantarse contra el poder soberano de España, cuyas intensiones expansionistas eran las mismas que hoy tienen los países piratas y los políticos corruptos, nada ha cambiado para ellos, la situación actual es igual a la anterior, nadie se hace cargo de ningún indígena, se olvidan del glorioso levantamiento de los comuneros, se olvidan de Caupolican, se olvidan de Manco Capac y se olvidan de cómo los navajos ganaron una guerra, no hay nada que recuerden sobre los dueños de la tierra y nosotros seguimos pensando en que ahora somos civilizados, cuando en realidad estamos más brutos que nunca y en vez de recurrir a libros serios, recurrimos al facilismo que nos da la maldita Internet y su cúmulo de informaciones que muchas veces no son correctas, mientras tanto desaparecen países como Haití y surgen países de la mano de las potencias imperialistas que todo lo pueden y yo me pregunto: ¿no era mejor antes? ¿no era mejor cambiar un caballo por dos vacas? ¿no era mejor la época del trueque que caer en manos de los bancos que te ofrecen el oro y el moro cuando tenés plata y cuando no la tenés te ejecutan sin piedad y nada saben de dolor ni sentimiento, una gris computadora te dice: “está en descubierto, ¿Cuándo va a pagar?” y ni siquiera te da la oportunidad de mandarla a la p…. que lo p….

Alberto Raso

Nota del autor:
Nunca debemos olvidar que lo que llamamos “nuestra patria”, no es nuestra, simplemente la tenemos embargada a las potencias extranjeras y ellos tampoco tienen que olvidarse que esa tierra robada, no es de ellos sino de sus verdaderos dueños que no somos nosotros ni ellos sino de los aborígenes que regaron América con su sangre y a ellos les recuerdo lo que les pasó en la batalla de Bio Bio cuando el cacique araucano Lautaro le dio una soberana paliza a Francisco de Villagrada, allá por el año 1554, porque indefectiblemente la justicia divina caerá sobre nosotros, los tristes conquistadores-conquistados. ¿Cuándo será? No sé, pero será.

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