jueves, 29 de abril de 2010

Las sandalias del pescador

Hoy comienza la Semana Santa, a pocos les importa, no veo como años anteriores gente pasar con rumbo a las iglesias, veo sí poderosas 4x4 arrastrando grandes lanchas, aparentemente Dios trasladó su sucursal al río porque los fieles van para Paso de la Patria o a la isla del Cerrito y lo más raro es que llevan un asadito en sus congeladoras por si no pica algún pescado. Llevan sí sandalias, pero también llevan grandes sombrillas que desplegarán en la arena para que se cubran los chicos de este sol que ya no es el mismo que había en los tiempos de Cristo, ahora la capa de ozono tiene grandes agujeros que dañan la piel, antes el sol era el “ponchito” de los pobres, ahora es el asesino de la piel.
Pero nada de eso es lo que me pone triste, la tristeza que me embarga es que hoy di por terminada mi campaña de ayuda a Haití gracias a la indiferencia de la gente que pasa y mira mi caja gris y te dice: “después vuelvo y traigo algo de ropa” y normalmente se olvidan de volver. Lo raro de todo esto es que los pocos que dieron algo fueron la gente del barrio, algunos pobres y algunos estudiantes a los que podría nombrar porque no fueron más de diez, suma pequeña para un millón de correntinos. Seguramente ese millón de almas no es un millón de almas, es un millón de gente que vive en Corrientes y disfruta su río, mientras los haitianos se mueren del mar.
Qué cosa rara no? Siguen pasando las 4x4 con lanchas y seguramente que todos llevan sandalias, pero también seguramente no son las sandalias del pescador, sino las sandalias del pecador…





Alberto Raso

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