martes, 20 de octubre de 2009

Un marciano en el colegio

En nuestra promoción, aunque usted no lo crea había un marciano, es decir un tipo que parecía ser alguien como nosotros, pero no lo era, porque era estudioso, nunca se hacía la rata y lo que es peor, nunca se agarró un pedo de los que nos agarrábamos nosotros.
Nuestro marciano se dedicaba exclusivamente a estudiar y en el poco tiempo que le quedaba lo dedicaba a aporrear sin piedad un instrumento negro y grandote que tenía teclas negras y blancas.
Un día nuestro "marciano", corcho, José Luis y otros dos que no pertenecían a nuestro colegio decidieron formar algo así como una orquesta, la misma se llamaría "The teen lads" que querría decir algo así como "Los muchachos quinceañeros" que rápidamente tuvo un éxito total en Curuzú sobretodo entre las chicas de nuestra barra. Yo personalmente intenté en forma vana participar en el conjunto pero lamentablemente lo único que aprendí a tocar en mi vida fue la campana.
Mientras The teen lads triunfaba, nuestro marciano cada vez aporreaba más su instrumento de tortura al punto tal que le pusimos como sobrenombre "solsona" (era un músico famoso por aporrear los pianos). A partir de ese momento el sobrenombre de Antonio pasó a ser "solsona" hasta que terminamos el quinto año. Anteriormente solsona seguía con sus estudios y a nosotros nos producía un poco de envidia que sea tan estudioso y que nunca haya contestado "no sé". Luego de recibido Antonio Reymundo Centurión entró a la aeronáutica y nunca más volvió, salvo casos especiales y luego de veinticinco años apareció nuevamente en nuestras vidas y nos sorprendió gratamente el saber que solsona no era un marciano sino un hombre de verdad hecho y derecho.
En este momento recién perdonamos y comprendimos las actitudes de Antonio, Él por sus propios medios había logrado todo lo que se propuso en su vida, ostentaba en ese entonces el título máximo que da la aviación a su gente y Antonio era abogado de la misma.
Empezó a aparecer más periódicamente por Curuzú y lo hacía en ostentosas camionetas y hasta en helicópteros donde se dedicaba a un nuevo deporte que era la cacería. A partir de ese momento volvimos a perderlo a Antonio, hasta que un día apareció en todos los medios de difusión denunciando el desguase de los aviones que se habían comprado para Malvinas, batalla estéril e inútil que hizo de la Argentina un antes y después, inmediatamente Antonio fue retirado misteriosamente por "razones de seguridad" de la fuerza que tanto quería. A partir de ese momento Antonio ya no volvió a ser el mismo, su salud se fue minando rápidamente y cayó en una profunda depresión de la cual nunca jamás pudo salir. Sin embargo aún en medio de esa depresión mantuvo como todos nosotros los hemos hecho la cabeza erguida y el honor intacto.
Un maldito día nuestro querido Antonio partió en silencio hacia mis sincuenta estrellas y hoy lo recordamos con dolor al hombre que aporreaba el instrumento pero que lo mismo atraía multitudes.
Antonio nunca más volvió a ser solsona, el aporreador, sino uno de los grandes músicos que dió nuestra promoción.

Alberto Raso - Tinta Nachi -

Nota de Autor:
Querido Antonio, por unanimidad te hemos nombrado "Caballero de la Mesa Cuadrada" y "Doctor Honoris Causa" en cuestiones de amistad.

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