miércoles, 16 de diciembre de 2009

Escribiendo una carta al cielo y esperando una que viene del cielo

Querida mamá, te escribo para contarte que ahora ya no sos abuela, ahora sos bisabuela y tus bisnietos más chiquitos, son lindos por demás, los hijos de Albertito son iguales a él cuando era chiquito.
La hijita de Juan Manuel es muy hermosa, parece una rosa a punto de florecer y por supuesto es mujer. El varoncito tiene ya dos añitos y a mí me parece, que a nadie se parece, vamos a ver que pasa cuando más crece.
El segundo de Albertito también es hermoso y es bien gordito, parece un oso, sus ojos son transparentes, por ahora son color miel como los tuyos pero yo intuyo que no van a ser como los tuyos, sino celestes como los de él.
La que nos tiene preocupados es Virginita, porque todavía no tiene compañero y por eso yo no quiero que ella siga sola y que a nadie le dé bola. Lo que sí me da placer es saber que es como vos, es una buena mujer. Yo creo que con el tiempo va a olvidar sus viejas penas y va a encontrar un hombre que la sepa comprender y va a encontrar al final del camino, a su príncipe azul, porque merece ese destino, al final de su camino. Yo te cuento que ahora estoy escribiendo un poco de todo, pero siempre a mi manera, no como escribe cualquiera y los domingos espero tu llamado, pero el llamado no llega, no sé qué estará pasando, parece que las llamadas de larga distancia ya no andan como antes, parece que los gallegos de ahora son una manga de atorrantes, no son como los que llegaron con la abuela Emilia, a esos sí que los quiero. Te cuento que recibí un nuevo premio y con este ya van ocho y ahora lo voy a aceptar, porque creo que lo merezco porque estoy cansado de tanto trabajar, y por supuesto que a vos te lo voy a dedicar.
En los años anteriores estuve un poquito loco, me acordé uno por uno y los aprendí con el tiempo. Y de las promesas que te hice, una sola no cumplí, y te juro que lo lamento, pero todavía tengo tiempo para cumplir mi promesa. En realidad “casi” cumplí mi promesa, pero por algunas razones que no te quiero contar, dejé la abogacía, porque en algún momento que lamento, la carrera me pareció una porquería.
Y ahora no quiero hablar más de mí y empiezo a preguntarte a vos, pero nada puedo aconsejarte, porque vos sabés de todo, y entonces te pregunto yo ¿cómo anda papá, Silvia y Dito? ¿papá sigue insistiendo con el asunto del agua? Seguro que sí, porque ahora sí que está jodido el asunto del agua, ahora ya la están cuidando y recién ahora las canillas están cerrando.
¿Silvia cómo anda? ¿Siempre regalando sus tesoros a todo el mundo? Espero que no regale sus hermosos ojos moros y los guarde para siempre y no tenga más dolores, sino placeres hermosos, como sus hermosos ojos moros.
¿Y con Dito, cómo es la cosa en su casa? ¿Encontró la dama de sus amores? ¿O siguió regalando flores? Yo estoy seguro que encontró la dama que quería y después de buscar y probar tanto se quedó con Ana María.
Y bueno mamá estoy terminando mi carta al cielo y espero que llegue pronto, porque aunque parezco un tonto, siempre espero tu carta o tu llamada de los domingos y no sé si espero o anhelo y es la causa de mi desvelo, recibir tu carta o tu llamada de los domingos…… desde el cielo……
Tu hijo Tatín, con un beso enorme para todos los míos
De Sarita y nosotros y los otros que vinieron después.
Alberto Raso – La llamada del domingo –

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