lunes, 7 de diciembre de 2009

El hombre del andar lento

Todos dicen que el gordo es un fiaquento,
yo no veo así, simplemente anda lento
mide cada uno de sus pasos, es certero
y cuando más lento camina, camina más ligero
también dicen que vive de noche y duerme de día,
es cierto eso? No creo, yo también transformo la noche en el día
el silencio es mejor, para meditar, estudiar, filosofar.
También dicen que es timbero, es cierto, es timbero,
pero cuando pierde no llora y cuando gana es austero.
Cuando ama es suave, sabe de amor
se entrega a su mujer con pasión, sin dolor
cuando es amigo, es amigo, es siempre sincero
No importa lo que dicen, es un caballero
anda lento pero seguro, afirmado, sin desvelo
es su forma de ser y la más segura, de llegar... al cielo.

Así es, fue y será mi amigo, el gordo Crispo, es capaz de todo lo que dije y mucho más y si alguna vez perdía o ganaba, nadie lo sabía, porque no lloraba ni reía. Hoy se ha ido hacia mis sincuenta estrellas y todavía no habrá llegado, pero el Señor lo estará esperando parado en la puerta del cielo esperando con un coro de ángeles porque no hay otro lugar posible para él, ni siquiera tendrá que pasar por el purgatorio, San Pedro ya le abrió las puertas del cielo y él llegará, lento pero seguro.
Tatín
Anécdota 1: El gordo es un tipo tan especial que es capaz de lo más insólito, una vez fue a Monte Caseros y tuvo que hacer de chofer de Carlitos Fernández (otro loco lindo) y se reía mientras Carlitos decía a dos casereñas (bastante brutas) que YPF quería decir: Yacimientos Petrolíferos Fernández.

Anécdota 2: Otra vez en el casino de Paso de los Libres estaba Felipe Adaime con la última ficha en la mano y era la última bola de la noche, estaba indeciso y no sabía a qué número jugar, el gordo le arrebató la ficha de la mano y la tiró al cero, Felipe quedó mudo y el gordo salió disparando. Por supuesto que salió el 95 más o menos, Felipe lo corrió hasta Curuzú, pero esta vez no lo alcanzó! Este era mi amigo, el gordo lento, de este cuento.
Tatín – p/mortem –
Nota de autor:
En una oportunidad el gordo Crispo me llevó a Curuzú junto con mi mujer y el gordo Paiba, eran los tiempos difíciles del proceso, se desconfiaba de todo el mundo, la policía nos paró en la caminera de Corrientes y nos revisó todas las valijas, en la mía yo traía mi uniforme de marino completo, pero como yo me casé a los veintisiete años, era para desconfiar. Nos hicieron bajar a todos y el gordo le dijo a la policía: “Miren bien porque algo no está bien”, yo me pegué un susto inolvidable, mientras el gordo se reía hasta que intervino el gordo Paiba, abogado de la familia y explicó la situación, pero el susto quién me lo paga?

Nota de autor 2:
Entre las cosas personales que encontré en mis archivos, milagrosamente encontré el carnet de periodista del padre del Gordo Crispo, Don Adolfo Crispo, corresponsal de La Nación en Curuzú Cuatiá desde 1950 y adentro una carta de su padre en donde le indica lo que debe hacer con el dinero que va recibiendo, producto del arrendamiento de parte de su campo. La nota es una nota escueta que yo llamaría más que nada una pequeña poesía de amor sin rima.

Alberto Raso – Tatín –

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