lunes, 7 de diciembre de 2009

El Rey del Bronce


El Rey del Bronce es Don Jaime, el padre que yo adopté y lo más probable es que no pueda contar toda su vida en el resto de mi existencia ya que con él tuve miles de aventuras.
El Rey del Bronce nació en Las Garzitas, lugar del Chaco Impenetrable, y desde que tuvo uso de razón trabajó, y lo hizo de solo a sol y se fue criando haciendo todo tipo de tareas rurales, empezó de a poco y paso a paso fue creciendo buscando un objetivo. Luego se hizo guardabosques y siguió trabajando, hasta que un buen día (por su habilidad innata para los números) empezó a rodearse de todo tipo de gente que quería que él le lleve la contabilidad.
Olvidó por un tiempo sus tareas habituales pero nunca dejó a nadie de costado y siguió ayudando a quien podía, mientras comenzaba a llevarle los papeles a Abraham Krafchuk en una especie de almacén de ramos generales.
Juntos hemos recorrido un largo camino de aventuras y desventuras que yo nunca olvidaré y por ello es que estoy escribiendo todas las cosas que hemos pasado juntos y como son tantas trataré de seguir con su biografía y luego referirme a nuestras aventuras.
Don Jaime Usatorre se casó muy joven con su Señora, que por supuesto era la más linda del pueblo y además la más letrada, porque era maestra. Su alumno preferido era su propio esposo, que no había tenido una gran educación, porque a pesar del imperio familiar que formó posteriormente, sólo alcanzó a terminar la escuela primaria.
Su primer hijo fue Javier, su segunda hija fue Marirosa, el tercero, Alejandro y a la vejez ¡viruela! Luego de quince años nació Maria Emilia (actualmente abogada). Y en la segunda hija (Marirosa) empieza para mí la vida anecdótica de Don Jaime y Señora, porque al parecer en el registro civil de “Las Garzitas” eran bastante bestias y en vez de ponerle María Rosa, la anotaron como “Marirosa” (actual diseñadora gráfica).
Don Jaime y Señora, pasaron gran parte de su vida en Las Garzitas hasta que un buen día decidieron dar por terminada esa vida pueblerina y dura de los obrajes chaqueños y viajaron a Resistencia y Jaime pasó a ser socio minoritario de Abraham Krafchuk. Abraham y Jaime eran vinagre y aceite, no coincidían sus personalidades y se separaron al cabo de un tiempo y cada cual acabó por su lado.
En este punto de la historia es que yo conocí al Rey del Bronce, hombre bonachón y amigo de hacer favores a cualquiera que lo necesite. Don Jaime es protector de muchos, y al igual que su mujer, profundamente religiosos.. En ese entonces es que comienzan las aventuras y desventuras de Jaime y voy a contar varias para que ustedes sepan quién es el Rey del Bronce.

1) Un día un amigo necesita viajar en forma urgente y me pidió que le venda una parte del hierro que tenía en su poderosa empresa. La suma que necesita este amigo era una suma importante que a los valores de hoy equivaldrían a unos 200.000 U$A, yo recurrí a Don Jaime en forma inmediata y le comenté del asunto y le garanticé que esa suma era quizá el 1% de lo que tenía la empresa y que las ganancias de él serían en forma inmediata triplicadas o cuatriplicadas. Yo siempre fui un poco exagerado y Jaime no me creyó, pero la idea le quedó “picando” en la cabeza, porque si bien yo era exagerado, no era mentiroso y menos con él.Quedaban sólo 24 horas para poder ayudar a este amigo y hablé con todos los “chacariteros” posibles, todos escucharon y ninguno estaba convencido hasta que vieron de qué se trataba y formaron una sociedad entre cinco personas, Bertoncini del Chaco, De Weert y López de Corrientes, otro señor del Chaco al que nunca conocí y un chanta de Buenos Aires, llamado Norberto Damonte. A las cinco de la tarde se termino de juntar la plata y le solucioné el problema al amigo, le llevé la plata y éste viajó a Paraguay. A las ocho de la noche Don Jaime llegó a mi chacarita a hablar conmigo a solas, yo saqué al único empleado que tenía y nos sentamos en mi escritorio, Jaime sacó su maletín y lo abrió y me dijo, aquí está la plata, yo me quedé paralizado, porque nunca había visto tantos dólares juntos (ni ahora) y me dijo: “Esto es para tu amigo y esto es para vos”. No sé de dónde saqué fuerzas y le conté la verdad, Jaime se puso rojo como yo, se fue y no pasó más nada. Cuando Ciro arregló sus cosas le conté el incidente y me dijo que no me preocupe, que tenía algo más importante para venderle, fui a lo de Jaime y se hizo el negocio y Jaime, con su habitual generosidad, me dio una importante suma de dinero, que yo invertí en las primeras reformas de mi casa que por supuesto salieron para el lado del traste casi todas, menos el gran muro perimetral que lo hicieron los empleados de Acquarone Coviar y los dirigió Pity Reglero y Ciro me dio en préstamo un nueva camioneta Ford por tiempo indeterminado que yo me encargué de poner en marcha porque figuraba en el embargo.
- Gracias a los dos –

2) El Rey del Bronce pasó una época con dolores imposibles de soportar, se trataba de un problema de ciática o algo referente a la columna, cuando me enteré de la noticia hablé con Tory de Biasi que estaba haciendo una residencia en Córdoba con el mejor especialista del país, el Doctor Fernández Bocos. Hablé con Jaime y a regañadientes lo pude convencer, salimos inmediatamente hacia Córdoba y lo llevamos al hospital más importante de Córdoba y tuvimos que esperar turno, así que fuimos a la casa de Tory y Don Jaime hacía de cocinero; el tiempo de espera duró casi una semana, así que comíamos chivitos todos los días y de las formas más variadas, nosotros la pasamos de película durante el tiempo de espera (Jaime no)Cuando al fin lo llevamos le empezaron a hacer todo tipo de pruebas estrambólicas y el dictamen de Fernández Bocos fue determinante y seguro y le dijo en textuales palabras: “Si usted no se opera va a ser paralítico toda la vida”Lo llevamos nuevamente a la casa de Tory y dijo: “yo no me opero sin antes hablar con mi mujer”. Volvimos a Resistencia en el auto de Tory (un Chevrolet supersport) y le dimos morfina para el viaje, y fuimos a Corrientes a esperar que nos llame para volver a Córdoba. Durante el viaje de regreso me preguntó por qué no seguía estudiando, yo utilicé como excusa que no tenía plata y él me dijo textualmente: “Yo te pago los estudios y cuando te recibís trabajás para mí”.Yo le dije que no podía porque estaba desilusionado completamente de la facultad (era la época del proceso y en nuestra facultad sólo se recibía pagando coimas) Terminó la discusión, no se habló más del tema.Nos cansamos de esperar la supuesta contestación de Jaime y fui a Resistencia, entré a la chacarita y Jaime estaba trabajando como si tal cosa y cargando camiones como siempre. Yo no podía creer lo que estaba viendo y le pregunté qué pasó, Jaime contestó: “Me curó una curandera y te propongo un negocio: llamálo a Tory a Córdoba y decile que ponga un consultorio aquí, nosotros nos ponemos atrás y la señora cura los enfermos, todos ganamos plata, Tory, vos y yo!Desde entonces Don Jaime ayuda a los que tienen problemas de esta índole y los lleva personalmente a la casa de la señora. Yo doy fe porque a mí también me curó de algo similar.Gracias Don Jaime por ser cabezadura.
3) Unos ocho años después viajamos a Curuzú a comprar chanchos de raza a Toto Acquarone que ya no los quería mantener. Cargamos unos cincuenta chanchos y volvimos a la noche a Corrientes por el lado de Perugorría, el olor era insoportable y paramos a comer a las diez de la noche en un restorán a la salida de Perugorría, comimos a la luz de las velas afuera del “rancho comedor”. Terminó la cena y nos pusimos a jugar al truco mano a mano, le gané más de 18 partidos seguidos y antes de levantarnos me propuso jugar un último partido con un condición: Si él ganaba yo no fumaría en el viaje hasta llegar hasta Resistencia, y si yo ganaba él pagaría un asado para todos cuando llegaríamos. Yo estaba “filoso”, con suerte y acepté, El Rey del Bronce estaba tranquilo y sonriente, jugamos el partido definitorio a 30 puntos, nunca jamás me pegaron una paliza como esa, me ganó 30 a 3 (porque canté una flor).Tuve que hacer el resto del viaje (ocho horas) sin fumar y cuando él se dormía yo trataba de fumar y cuando esto ocurría me decía: “No fumes”, parece que el Rey del Bronce tenía ojos hasta en el traste!
Alberto Raso

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto es verdaderamente emocionante...ese gran hombre es..mi padrino,pero seguramente no sere su unica ahijada(somos siete hermanos y el es padrino de 3, ahi nomas).Mi padre trabajo con Don jaime y tambien con Krakzuk.era mecanico"el gordo"le decian,si es que algun recuerdo de el pudiera dibujar su pluma ,seria muy interesante para mi

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