No conozco ni reconozco otro equipo de básquetbol más grande que el Club Curuzú, el club de mis amores. Me refiero al Club Curuzú de los años 60 y 70, porque ese equipo tenía todos los ingredientes necesarios para ser un equipo que no tenía nada que envidiar a los grandes de Corrientes, Barracas de Libres, AGDA y AMAD de Goya.
Curuzú superó a todos esos equipos y se clasificó campeón en 1960 gracias a la habilidad y fuerza del Piri Ganancias y Matungo Ledesma, a la destreza de Marcelino Blanco y de Chamorro y a la marcación exacta de Luis Olivera sobre Lacaba (Goya) y el esfuerzo de todos los que integraban ese equipo, más el corazón y el empuje de su hinchada. Yo conté de fuerza, de habilidad, de corazón, de marcación y de empuje pero omití hablar de algo que me reservé para este momento,
E n este momento empiezo a hablar de
l o más importante que debe tener
c ada equipo de básquet para lograr
h acer transformar una derrota en
a lgo, espectacular e impensado y
l o que necesita para ello es alguien que no se
o lvide, de cómo manejar un equipo, cuándo darle
r apidez y cuando pararlo e imprimirle
a lgo de cordura y cuando ello ocurre
i nmediatamente se recurre al
m ás apropiado para ello y esta persona
o rganiza y dirige el equipo y
n unca baja los brazos y se juega bajo su
d irección, porque un equipo es un equipo y es
i mbatible cuando el que piensa, es... el Chalo Raimondi.
Alberto Raso – Tinta Nachi –
Nota del Autor:
* La realidad es que todo equipo, por más que tenga todas las cualidades que conté, es casi imposible que gane un partido decisivo, tanto en la NBA como en Corrientes, y en mi club teníamos un hombre pensante y es un señor. Es nada más ni nada menos que el Chalo Raimondi, y por supuesto, este escrito es para él, el hombre que piensa.
* La realidad es que todo equipo, por más que tenga todas las cualidades que conté, es casi imposible que gane un partido decisivo, tanto en la NBA como en Corrientes, y en mi club teníamos un hombre pensante y es un señor. Es nada más ni nada menos que el Chalo Raimondi, y por supuesto, este escrito es para él, el hombre que piensa.
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