¿Cómo hacer para describir a Manuel? No sé, y por qué no sé?, tampoco sé. Entonces simplemente lo llamaré Manuel.
No sé quien es Manuel, quizá un amigo, quizá otro hijo, quizá el hijo de mi hermano o quizá el hermano de una amiga o quizá el hijo de sus propios padres.
Lo que sí sé es que Manuel fue desde siempre uno de mis mejores amigos y algo así como un hijo más para Sarita y para mí. A Manuel lo conocí desde que nació o un poco después, teníamos varias cosas en común, y fue en aquellas épocas en que vivir era un placer, juntos hicimos viajes inolvidables a varios lugares del país.
A Manuel lo perdí de vista un tiempo pero luego nos volvimos a reencontrar en Curuzú, generalmente en casa de mi hermano o en nuestro “Bar Colón”.
Lo dejé de ver nuevamente por un tiempo y luego lo encontré en Corrientes trabajando en una oficina pública, lo cual me extrañó, pero Manuel fue y será siempre Manuel, vive en un mundo raro, pero siempre tiene una sonrisa para los amigos y una nariz que le marca sus mentiras.
Los domingos jugábamos al ajedrez y cuando yo me levantaba me cambiaba las piezas de lugar o me sacaba un caballo, cosa que yo permitía porque Manuel era Manuel. Lo que yo no dejaba era que él salga del recinto de mi negocio porque yo sabía adónde iba o qué iba a hacer mientras yo pensaba. A las doce treinta trataba de llevarlo a comer a mi casa, pero era imposible, era la hora de su “Rossato” y de sus invariables latas de pescado.
En el ajedrez salía invariablemente con la clásica jugada de los rusos, peón cuatro Rey y defensa india y yo jugaba a lo “Capablanca”, que nunca tuvo una salida fija. Un día volvió Manuel a Curuzú y no lo vi más, supongo que cuando lo encuentre saldrá con su jugada habitual, peón cuatro Rey... porque Manuel es Manuel...
Para mi gran amigo Manuel con el cariño de toda mi familia.
P.D.: Querido Manuel Saloj, nos vemos, no cambies tu jugada.
No sé quien es Manuel, quizá un amigo, quizá otro hijo, quizá el hijo de mi hermano o quizá el hermano de una amiga o quizá el hijo de sus propios padres.
Lo que sí sé es que Manuel fue desde siempre uno de mis mejores amigos y algo así como un hijo más para Sarita y para mí. A Manuel lo conocí desde que nació o un poco después, teníamos varias cosas en común, y fue en aquellas épocas en que vivir era un placer, juntos hicimos viajes inolvidables a varios lugares del país.
A Manuel lo perdí de vista un tiempo pero luego nos volvimos a reencontrar en Curuzú, generalmente en casa de mi hermano o en nuestro “Bar Colón”.
Lo dejé de ver nuevamente por un tiempo y luego lo encontré en Corrientes trabajando en una oficina pública, lo cual me extrañó, pero Manuel fue y será siempre Manuel, vive en un mundo raro, pero siempre tiene una sonrisa para los amigos y una nariz que le marca sus mentiras.
Los domingos jugábamos al ajedrez y cuando yo me levantaba me cambiaba las piezas de lugar o me sacaba un caballo, cosa que yo permitía porque Manuel era Manuel. Lo que yo no dejaba era que él salga del recinto de mi negocio porque yo sabía adónde iba o qué iba a hacer mientras yo pensaba. A las doce treinta trataba de llevarlo a comer a mi casa, pero era imposible, era la hora de su “Rossato” y de sus invariables latas de pescado.
En el ajedrez salía invariablemente con la clásica jugada de los rusos, peón cuatro Rey y defensa india y yo jugaba a lo “Capablanca”, que nunca tuvo una salida fija. Un día volvió Manuel a Curuzú y no lo vi más, supongo que cuando lo encuentre saldrá con su jugada habitual, peón cuatro Rey... porque Manuel es Manuel...
Para mi gran amigo Manuel con el cariño de toda mi familia.
P.D.: Querido Manuel Saloj, nos vemos, no cambies tu jugada.
Familia Raso Montes en pleno – Tatín –
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