miércoles, 19 de agosto de 2009

Reflexiones sobre el día después

Después que me vaya no sé a donde, porque seguramente alguien que maneja los hilos del universo, me llamará, yo no estaré triste ni mucho menos, pero sí nervioso porque aún no sé como será mi propio juicio, ni quien me juzgará. Pero sí sé que me defenderé como pueda y como quiera porque allí no habrá defensor, pero sí juez acusador, y pienso que las preguntas serán las siguientes; según sea el acusador, Dios o el Diablo. Si el acusador es Dios seguramente me preguntará lo siguiente:
1) ¿Estás arrepentido de tus pecados terrenales? Yo contestaré: no. 2) ¿Tuvistes pecados terrenales? Yo contestaré: sí.
3) Si tuvistes pecados, ¿por qué no te arrepientes ahora que aun estás a tiempo? Yo contestaré: que no estoy arrepentido de nada.
4) ¿Fuistes sincero siempre? Yo contestaré: no.
5) Si no fuistes sincero, ¿cómo no te arrepientes? Yo contestaré: porque no estoy arrepentido de ello.
6) ¿Tuvistes muchos enemigos? Yo contestaré: .
7) ¿Fuistes infiel a tu mujer? Yo contestaré: sí.
8) ¿Mentiste alguna vez? Yo contestaré: sí.
9) ¿Faltaste el respeto a tus padres? Yo contestaré: sí.
10) ¿Entonces prefieres ir al infierno? Yo contestaré: no.
Entonces el Diablo me juzgará y me dirá: "por todo lo que has dicho, yo te condeno a vivir en las tinieblas y soportar un calvario que aun no conoces y es tan terrible que ¡no podrás soportarlo!". Y entonces yo te diré: "Tú no sabes nada de mi vida y quiero un derecho a réplica antes de soportar el infierno tan temido".
El Diablo me preguntará entonces: "¿Quién será tu abogado defensor?". Y yo contestaré: " Por esta primera vez ¡seré yo!"
Entonces Dios y el Diablo se mirarán desconcertados y me dirán: "Te otorgamos el derecho a réplica, pero tendrás que atenerte a las consecuencias, porque después de esto ya no tendrás salvación. ¿Estás seguro que quieres hacerlo? Yo contestaré: Sí, estoy seguro, y además contestaré una a una sus preguntas. Dios volverá a preguntarme: ¿Estás seguro? Yo diré: . El Diablo volverá a preguntarme: ¿No necesitarás un abogado de los malos, esos que se dedican a sacar presos?, ¿o un político influyente? Yo contestaré: no, y empezaré a defenderme como pueda y ya, ¡antes de arrepentirme de este juicio!
1) A la primera consulta voy a contestarles que no estoy arrepentido de nada.
2) A la segunda pregunta voy a contestarle que sí los tuve y que me arrepiento sólo de algunos, porque los otros me sirvieron para ser un hombre mejor y no volver a cometerlos.
3) Digo que no me arrepiento de nada porque ya estoy muerto y conozco la muerte, porque ya tuve varias y sé que de allí no se vuelve.
4) Digo: no me arrepiento de no haber sido sincero, porque cuando lo hice fue porque estaba convencido de que estaba actuando con sinceridad y como era un hombre común solía equivocarme, como cualquier mortal.
5) Dije ya en la contestación anterior la respuesta a esta pregunta.
6) Contestación a la sexta pregunta: Es cierto, tuve varios o muchos enemigos y por ello aprendí a valorar a los verdaderos amigos.
7) Es cierto, fui infiel a mi mujer pero aun no conocía a mi verdadera mujer, y eso me enseñó a que uno siempre cree que cualquiera es la mejor, pero cuando prueba el verdadero amor, se da cuenta que ese es el definitivo y que ha llegado a su destino final, lo cual casi siempre ocurre, aunque a veces tarda más de lo pensado, pero como dice el refrán: "Nunca es tarde cuando la dicha es buena" y eso me indica de que ahora soy el mismo pero mejor, porque el hombre necesita su otra mitad para ser perfecto y un verdadero hombre.
8) A la octava pregunta yo les contesto que es cierto, que he mentido, pero lo hice por dos poderosas razones: la primera, por piedad, porque a veces sabemos que alguien se va a morir y no podemos decirle que es así, y la segunda es porque las veces que mentí lo hice pensando en que estaba diciendo la verdad porque algo o alguien me convenció de algo que yo no sabia y yo le creí, porque ese algo o alguien, era un mal amigo o amiga o tenía algún interés en que yo no sepa la verdad.
9) Es cierto, falté el respeto muchas veces a mis padres, pero también es cierto que cuando somos jóvenes creemos que la verdad es nuestra y que los equivocados son los padres y recién aprendemos esa verdad, cuando llegamos a la categoría de padres, y allí nos damos cuenta que sus consejos siempre fueron para ayudarnos y no para reprendernos. En realidad lo que ellos querían es que nosotros, lo hijos, no sufriéramos las malas experiencias que ellos ya tuvieron. Yo particularmente recién me di cuenta de ello cuando tuve hijos y seguramente mis hijos harán lo mismo que yo y a partir de ese momento supe que debía respetar y saber escuchar a nuestros mayores que no siempre tienen razón, pero es mi deber respetarlos porque su experiencia es mayor que la mía y probablemente de sus desaciertos salga mi certeza.
10) A la décima le contesto definitivamente que no prefiero el infierno por dos o tres causas fundamentales. Primero porque como les dije anteriormente ya estuve dos veces en el infierno. La primera cuando estuve muerto-vivo internado en un manicomio, la segunda cuando no supe ni distinguir lo bueno de lo malo, cosa que hoy sé. Y la tercera y más importante es que viví en la Argentina y en ese lugar uno nunca sabe que es bueno y que es malo, un día el país nace reluciente y radiante y al otro el futuro es gris y opaco. Otro día un amigo es amigo y al otro día el amigo deja de ser amigo por una causa estúpida como por ejemplo la plata.
Y por ello le recomiendo a ustedes que me están juzgando en este momento que me declaren inocente y los dejo pensar por cinco minutos, ya que no tengo mucho tiempo y no quiero que mi cadáver se enfríe y luego les pregunto: ¿Cuál fue su fallo? Dejo pasar cinco minutos y vuelvo a preguntar: Señor Dios, ¿cuál es su fallo? y Él me dice: "Querido hijo, ya que encontraste el camino de la verdad, tu redención es elocuente: te declaro inocente de todo cargo y además sabés que yo todo lo perdono y como me jugaste sin trampa sos inocente".
Entonces le pregunto al Diablo qué opina, y me dice: "No creo que te hayas arrepentido de todas tus malas acciones, pero de cualquier manera yo soy tan viejo y tan sabio como Dios y como Él te perdona y yo no tanto, creo que tendremos que declarar un empate, aunque yo preferiría mandarte de vuelta a tu propio infierno, porque como buen Diablo, lo que quiero es que ¡todos! vayan al infierno.
Yo vuelvo a preguntar a Dios y al Diablo: ¿Y entonces?, ¿qué pasa? Dios y el Diablo dicen: Empate.
Y yo con gran soberbia y sabiendo algo de derecho digo "In dubio pro reo" (en caso de duda a favor del reo)
Y así fue como seguí en esta tierra y volví de mi muerte por cuarta vez para alegría de quienes me aman y para tristeza de los que no me aman.

Alberto Raso Tinta china

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