viernes, 28 de agosto de 2009

Carta a mis hijos y a mi esposa

Tengo cinco dedos en mi mano derecha, cada uno tiene una función distinta, cada uno de ellos es uno de ustedes, cada cual tiene ideas y pensamientos propios y cada uno solo, simplemente no sirve, únicamente sirven para las cosas cotidianas, las cosas que no son tan trascendentes, como pintar, como hacer collares, como escribir, como vender, como manejar una computadora, o como hacer una lámpara ¿y yo hoy soy uno de ellos? Me contesto sin vanidad que tendría que ser el que piensa y dirige, pero eso es sólo un sueño, en realidad vuelvo a pensar y sé que desunidos no somos nada. Y ahora me pregunto: ¿qué pasa si cerramos esos cinco dedos? Y me contesto: nos transformamos en un puño, nos transformamos en un arma letal que puede dar golpes profundos y duros, principalmente a nuestros adversarios, que son muchos o pocos, según el cristal en que se mire.
Yo hoy 21 de marzo de 2009 propongo a cada uno de mis hijos que cerremos nuestros dedos y nos transformemos en un puño y empecemos un nuevo camino, dando golpes letales a nuestros adversarios, tanto externos como internos. Sé que mi sueño es difícil de realizar, pero no es imposible, el que tenga familia que la una, y el que no la tenga que saque fuerzas de flaquezas y supere sus complejos. Mamá y papá estamos en este mundo para ayudar y guiar a nuestros hijos y nietos; si podemos lograrlo, yo, su padre les prometo que ¡seremos invencibles!
Con la mano rota que me sobra haré lo que tenga que hacer y recuerden a Séneca (65 a. C.) cuando dice: “La fortuna teme a los valientes y oprime a los pusilánimes”.

Alberto Raso para mi familia.

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