30 de mayo de 2009, siete de la tarde, vino a visitarme el Pola Raffo, hombre que sabe y filma historias de Curuzú, de Buenos Aires y como dice la "canción del pirata", "del uno al otro confín".
"Hola Tatín", dice Pola; "hola Pola", digo yo. "Perdoname que no vine antes pero tuve mucho que hacer para poder convencer a mucha gente, gente decente, por supuesto, porque tengo que mantener enterados a los que me están esponsoreando. Además hice lo de Pago Largo y lo del cementerio y conté los misterios que vos ya me has contado y lo hiciste por todos lados".
Yo estoy pensando en cómo puedo salir para empezar a conversar, porque me tengo que ir a mi casa a descansar del trajín de la semana, y juro que tengo ganas, pero no puedo empezar.
Se me ocurre una cosa muy hermosa y entonces digo: "¿Sabés lo del Negro Arbelo?". "Sí", responde Pola, "creo que al Negro Arbelo lo tengo que ayudar en la próxima elección y para eso voy a preparar con razón una estrategia nueva, que sea convincente porque él es muy decente y me parece inconsciente no tenerlo que ayudar. Además por ahí lo pongo a Germán que también es elocuente para lo que guste mandar y después me voy a mandar a mudar para poder descansar.Y cuando me pueda recuperar voy a Buenos Aires para estar con mi familia, porque allá ya me quieren matar". "Bueno Pola", digo yo. Él me dice: "Me tengo que ir a mi pensión a preparar mi valija porque estoy apurado y tengo que ir a otro lado. Y después voy a venir con más tiempo porque ahora ando como un tarado y debo tomar el expreso Ray, que como ese no hay, porque no pago pasaje y además no pago peaje, y puedo mirar el paisaje y llevar mi computadora para escribir tu mensaje y cuando llego a Curuzú me vuelvo a poner el traje porque allí la gente me adora".
"Hola Tatín", dice Pola; "hola Pola", digo yo. "Perdoname que no vine antes pero tuve mucho que hacer para poder convencer a mucha gente, gente decente, por supuesto, porque tengo que mantener enterados a los que me están esponsoreando. Además hice lo de Pago Largo y lo del cementerio y conté los misterios que vos ya me has contado y lo hiciste por todos lados".
Yo estoy pensando en cómo puedo salir para empezar a conversar, porque me tengo que ir a mi casa a descansar del trajín de la semana, y juro que tengo ganas, pero no puedo empezar.
Se me ocurre una cosa muy hermosa y entonces digo: "¿Sabés lo del Negro Arbelo?". "Sí", responde Pola, "creo que al Negro Arbelo lo tengo que ayudar en la próxima elección y para eso voy a preparar con razón una estrategia nueva, que sea convincente porque él es muy decente y me parece inconsciente no tenerlo que ayudar. Además por ahí lo pongo a Germán que también es elocuente para lo que guste mandar y después me voy a mandar a mudar para poder descansar.Y cuando me pueda recuperar voy a Buenos Aires para estar con mi familia, porque allá ya me quieren matar". "Bueno Pola", digo yo. Él me dice: "Me tengo que ir a mi pensión a preparar mi valija porque estoy apurado y tengo que ir a otro lado. Y después voy a venir con más tiempo porque ahora ando como un tarado y debo tomar el expreso Ray, que como ese no hay, porque no pago pasaje y además no pago peaje, y puedo mirar el paisaje y llevar mi computadora para escribir tu mensaje y cuando llego a Curuzú me vuelvo a poner el traje porque allí la gente me adora".
Chau Tatín, Chau Pola.
Nota del Autor: Todo lo que cuento es verdad. Pienso y admiro la elocuencia de Pola, y su manera de hablar. Parece que más que historiador tendría que ser político porque toda esta conversación que tuve con Pola, sólo puedo decir: "Hola Pola", Chau Pola".
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